Tras una interminable noche y un interminable día en tren (unas 12 horas), llegamos a Sofia. Puesto que en el tren no te avisan y te tienes que imaginar tú que en el cartel en cirilico pone Sofia, te queda el recurso de preguntar a los poco agradables ciudadanos búlgaros.
Es importante saber, si no quieres llevarte un disgusto, que los bulgaros van al contrario del mundo en cuanto a afirmar o negar con la cabeza. Es decir, moverla a los lados significa 'sí' y de arriba a abajo 'no'. Así que cuando pregunté que si estábamos en Sofía y me dijeron que no en la cabeza me volví a mi compartimento a seguir esperando. Por suerte se dio cuenta del malentendido y nos aclaró en búlgaro que sí, que era Sofía.
Solo contábamos con 5 horas en la ciudad, ya que esa misma tarde cogíamos otro tren hacia Estambul. Así que lo primero era ir comprar los billetes.
La estación de Sofía no destaca por su amabilidad, su señalización... búscate la vida. Claro, que siempre puedes dejarte ayudar por unos señores que a cambio de hacer un paripé de ayudarte de piden una buena propina... lo mejor es no mirar a los ojos a ningún desconocido.
Una vez consigues encontrar las taquillas de billetes internacionales te topas con la alegría de la huerta búlgara. Sus funcionarias. Y es que no hay un trabajo más global. Una vez una mujer consigue un puesto detrás de una ventanilla desarrolla un odio irracional hacia el mundo y su objetivo en la vida se basa en hacérsela imposible a los demás.
Nos obligaron a coger un compartimento-cama por unos 10€, lo cual luego nos vino bastante bien. Una vez conseguidos los billetes fuimos a dar una vuelta a la ciudad, que a simple vista no pareció gran cosa... sus edificios religiosos son los únicos que llaman la atención, lo cual no fue muy esperanzador sabiendo que teníamos que volver en unos días.
Una vez de vuelta en la estación, nuevo encontronazo con las funcionarias al ver que sí había zona de asientos y sentirnos timados con la obligación de coger cama. Aunque según ellos, los asientos son solo para los búlgaros (ya que se lo crea quien quiera...).
Por último, no olvidéis visitar los baños de la estación (previo pago).
A las 18.30 partimos hacia Estambul...
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