Para empezar fuimos a la Blue Mosque, que poca gente lo sabe, es gratis. ¡Y menos mal! Por dentro tienes que apreciar mucho el arte para pensar que pagar por entrar valdría la pena, pero gratis es una visita obligatoria. La Hagia Sofia, que está enfrente, cuesta 10€ (25 liras), al igual que el palacio de Topkapi.
Precisamente el palacio fue nuestro segundo destino, o más bien sus enormes jardines. Por falta de tiempo (y de dinero) no entramos dentro del edificio en sí, pero solo los jardines ya merecen la pena, además de haber muy buenos miradores hacia el barrio de Galatasaray, el cual fue nuestra última parada del día.
Estambul tiene dos partes clave, la zona vieja, que es el casco histórico donde se encuentran los principales monumentos turísticos, y la parte nueva, que es la zona de Galatasaray antes mencionada. Están separadas por un río, y en esta última es donde se encuentran la Torre Galata y la Plaza Taksim, lugar de enfrentamientos durante el verano que propiciaron la caída del turismo en el país en la época. Merece la pena acercarse, aunque sea una tarde-mañana para ver el contraste entre ambas zonas.
Tras el paseo, volvimos al hostal donde nos recogería el mini-bus que nos llevaría a la estación de buses donde estaba el autobús que nos llevaría a Capadoccia.
Si vais a Capadoccia, merece la pena coger este mini-bus por la experiencia vivida. Un señor vino corriendo a recogernos a la puerta del hostal, llevándonos con la lengua fuera hasta un microbus (aparcado en mitad de un carril de un solo sentido en medio del casco histórico) de 12 plazas donde habían unas 20 personas con sus respectivos maletones. Como eramos los últimos que faltabamos por recoger, nos tocó ir de pie entre el equipaje, mientras el conductor pisaba la furgoneta hasta escuchar su llanto y el "recoge personas" hablaba con tres móviles a la vez mientras estaba de pie con la puerta de la furgoneta abierta. Esta es la única foto que captó el momento de forma medianamente nítida:
Por fin, tras pensar en la muerte que nos esperaba durante todo el camino, llegamos a la estación de buses principal de Estambul, donde nos montamos en el que iba destino a Capadoccia.
Si algo muy bueno tienen los turcos, ya que el recorrido es de muuchas horas (14 hasta Capadoccia), es que preparan los buses para tal efecto, no como en España. Distancia entre asientos considerable, televisión en cada asiento con canales a elegir (aunque no funcionaba muy allá), juegos en línea entre los pasajeros... además de darte snacks, bebidas y... nenuco para las manos a lo largo del viaje (imaginaos la peste que echaba el bus a colonia). Por lo que por fin, por una noche en viaje, dormimos estupendamente.
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